"Somos célibes, como lo pide la Iglesia a todos sus sacerdotes. Queremos ser pobres: no poseeremos rentas, ni tierras. Sólo aceptaremos las donaciones espontáneas del pueblo" "La riqueza no da al clero ni paz ni libertad para el apostolado. No viviremos ni en conventos ni en monasterios, sino en casas sencillas. Tendremos un superior responsable y dependeremos directamente del Papa. Nos dedicaremos al estudio de la Biblia, a la liturgia, a ayudar a los presos, pobres, enfermos. Nos llamamos Clérigos Regulares" "Jamás dejaré de entregar lo mío a los necesitados hasta que me vea en tal pobreza que no me quede ni siquiera un metro de tierra para mi tumba, ni tenga un centavo para mi entierro"
Algunas curiosidades rodean a la figura de San Cayetano, que en nuestro país es uno de los que mayor convocatoria despierta y que, como ningún otro, atrae todos los 7 de agosto a cientos de miles de fervorosos que ruegan por trabajo y agradecen el pan concedido.
Una de las primeras curiosidades tiene ver con lo que representa en la Argentina: en el mundo se lo conoce como protector de la paz y los enfermos, pero en nuestro país es el patrono del "Pan y el Trabajo". Otro de los detalles que llaman la atención es que originalmente se lo mostraba con un lirio en una mano, un libro en la otra y unos pajaritos sobrevolando la flor; luego surgió un Niño Dios en su brazo izquierdo; y más tarde, en Liniers, le agregaron la espiga de trigo. Los cambios tienen su explicación.
Su biografía indica que nació en Italia en 1480; que fue conde, estudió en varias universidades, que luego se hizo cura y fundó la Congregación de los Teatinos; y que antes y después de todo eso, sirvió dos veces a obtener la paz entre los pueblos.
La primera vez, fue nombrado por el Papa Julio II en un importante puesto en la Cancillería de los Estados Pontificios, desde donde en 1505 logró evitar la guerra entre Venecia y Roma. Ganó con esto enorme prestigio, pero lo abandonó todo: "Uniré mi propia vida a la Cruz de Cristo. Seré sacerdote", dijo. La segunda vez fue en 1547, cuando el pueblo de Nápoles se rebeló contra el virrey español y la gente se enfrentó a las tropas de Carlos V en las calles y las plazas. El sacerdote Cayetano, que había rogado un acuerdo, enfermó gravemente y, sin dejar de rezar, murió a las cinco de la tarde del 7 de agosto de ese año. Pero esa misma noche, sorpresivamente, los embajadores del emperador acordaron una paz justa, milagro que el pueblo de Nápoles le atribuyó a Cayetano. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de los Teatinos, cerca de la iglesia de San Pablo de Nápoles; y más tarde, colocados dentro, en la cripta del "Soccorpo", donde hoy se lo venera.
De fuertes dotes intelectuales, Gaetano de Thiene -tal su nombre- había estudiado filosofía y teología, había obtenido su doctorado en Derecho Civil y Eclesiástico en Padua, todo lo cual justificaba que se lo representara con un libro en la mano. Pero el 12 de abril de 1671, al momento de canonizarlo, se recordó que en la Navidad de 1517, Cayetano había tenido una visión: dijo que mientras rezaba la Virgen le había puesto al Niño Dios en sus brazos. Un episodio así no podía ser desoído por el papa Clemente X, quien se vio en la disyuntiva de quitarle el lirio o el libro, ya que no había un tercer brazo para ubicar al Niño. Y se optó por quitarle el libro, ya que eso permitía ubicar al hijo de Dios cerca de su corazón.
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